Las regiones vitivinícolas tradicionales forman una extensa franja al oeste del país, al pie de los Andes, que lo recorre de norte a sur desde los 23°hasta los 45° de latitud.
En los últimos años, productores han empujado la frontera del Vino
Argentino hacia el oeste, en la altura, y hacia el sur y el este, buscando el frío de las latitudes australes o la influencia del océano Atlántico.
Otras regiones vitivinícolas comienzan a ganar relevancia en el centro y en el noreste del país, contribuyendo a reflejar la diversidad de Argentina que con más de cuatro siglos de historia vitivinícola se desarrolla el Malbec, una uva audaz y valiente.
El denominador común en lo que a clima se refiere es el contraste de temperatura que se consigue o bien por la altura, como tambien por el efecto de los vientos fríos del sur. La combinación de factores como el suelo, el clima y las temperaturas le dan al vino su personalidad.  Existen muchas variedades de vinos que proceden de todas las geografías y climas posibles dando como resultado productos singulares. Cada variedad de uva ha recorrido un largo camino a través de los años para adaptarse a su entorno natural.
El entorno le confiere a la vid un carácter único e irrepetible que se traslada al resultado final del producto y constituye su seña de identidad. Esto es lo que en el mundo del vino se conoce como el Terroir (Terruño).